El uso de la tecnología
Estamos atravesando un cambio cultural que incide fuertemente en los procesos vitales de toda la población, pero en particular, cuando analizamos los efectos en los niños y jóvenes, nativos digitales, su relación con el acceso, uso y conservación de la información es muy diferente a lo vivido por los profesores. El mundo digital y tecnológico no puede quedar fuera del espacio escolar y esa es una condición que cada vez cobra mayor fuerza y relevancia. Debemos estar muy atentos: el cambio cultural de la gestión de nuestras clases implica realizar un corte transversal en nuestra sociedad y observar que lo virtual es fundamental en la construcción cognitiva del saber científico, en general, y matemático, en particular. En nuestras clases este eje no puede estar ausente. La pregunta de qué transmitir en la clase es fundamental. Antes el saber tenía como soporte el cuerpo del sabio, un aeda o un gríot africano; una biblioteca viviente: ese es el cuerpo docente del pedagogo. Poco a poco, el saber se hizo objetivo: al principio en rollos, en vitelas o pergaminos, soportes de escritura; luego, a partir del Renacimiento, en los libros de papel, soportes de imprenta; por último, hoy en día, en la Red, soporte de mensajes y de información. La evolución histórica de la pareja soporte-mensaje es una buena variable de la función de enseñanza. En consecuencia, la pedagogía cambió al menos tres veces: con la escritura, los griegos inventaron la paideía; luego de la imprenta, y hoy. Sin embargo, se suele afirmar que si los estudiantes hacen las cuentas con la calculadora, no aprenderán a hacerlas por sí mismos. Esa afirmación no es cierta. Los alumnos a en su trayectoria escolar aprenden a resolver cuentas. Sin embargo, el uso de la calculadora les permite abordar una mayor variedad de problemas y probar de manera más económica múltiples estrategias de resolución. La tecnología llegó para quedarse, está en todos lados y afectan la vida cotidiana de los ciudadanos y las formas de participar en la vida social, cultural, económica y política. Debemos preparar a los alumnos para que interactúen con ella de manera crítica y comprendan, además, las limitaciones que tiene. Las calculadoras, los programas para la enseñanza de la Matemática y de programación deben estar en el aula. Pero somos nosotros, los docentes, los que tenemos que tener en claro cuáles son los propósitos de enseñanza en las propuestas de actividades. Los recursos tecnológicos por sí solos no son suficiente. En este sentido, el rol del docente es fundamental y su intervención da cuenta con nitidez de la acción intencional que porta toda propuesta de enseñanza. La propuesta de trabajo con calculadora o computadoras no pretende reemplazar el aprendizaje de los estudiantes sobre estrategias de cálculo, de gráficos, etc., sin utilizarla para investigar relaciones entre los números, buscar regularidades, analizar propiedades de las operaciones, proponer soluciones a situaciones que no pueden resolverse algebraicamente, entre otras posibilidades. Desde esta perspectiva, el uso de la tecnología no exime al alumno de la actividad matemática, sino que es una herramienta que permite explorar, indagar, conjeturar, economizar recursos, pero siempre sobre la base del conocimiento matemático. Es importante tener en cuenta que para que este análisis tenga sentido y pueda recuperarse hay que enseñarles a los alumnos a registrar en sus carpetas las cuentas que hacen en la calculadora, para reflexionar sobre ellas y abrir una discusión fructífera para hallar las razones de los errores y aciertos obtenidos en la resolución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario